El valor que tuvieron los tejidos en las sociedades precolombinas puede equipararse con el que tuvieron el oro y la plata. No sólo cumplieron la función de vestimenta, sino la de medio para difundir ideas religiosas y llevar mensajes al más allá, al emplearse para envolver a los muertos. También fueron regalos exquisitos de los gobernantes, y sirvieron para marcar diferencias sociales.
Hoy en día, muchas marcas internacionales de ropa llevan en sus etiquetas la información de la materia prima con la que están confeccionadas: “Algodón Peruano”. Los peruanos nos sentimos orgullosos de que la calidad de este producto sea reconocida mundialmente.
El algodón fue domesticado en el área andina alrededor de 4500 años atrás. Desde entonces fue una de las principales fibras empleadas para hilar y tejer, confeccionar redes, bolsas, mantos funerarios y finas prendas de vestir.
Junto con el algodón, también se tejió con las fibras de lana de alpaca y vicuña. El pelo de estos animales es de los más finos, protege bien contra el frío y es altamente impermeable. Hoy, las prendas de estos materiales son también muy apreciadas en todo el mundo.
En el Perú antiguo las mujeres fueron las principales hilanderas y tejedoras. Dominaron las técnicas del hilado, teñido, tejido y bordado.
Los tejidos son materiales capaces de contener mucha información, no sólo en sus diseños sino en la estructura de la confección.
Los tejidos del sur del Perú son los más famosos, pues se lograron preservar gracias a la sequedad de los desiertos costeros del sur. Los tejidos del norte del Perú fueron también de altísima calidad, pero no resistieron el aumento de la humedad por las lluvias torrenciales asociadas a los recurrentes fenómenos de El Niño en esa región.