Los vestidos y los adornos que usaban los gobernantes del antiguo Perú eran los símbolos que comunicaban quiénes eran en la tierra y quiénes serían después de muertos.
A través de la historia, la vestimenta no sólo nos ha protegido de los elementos de la naturaleza, sino que nos ha permitido mostrar quiénes somos. Nuestros vestidos y adornos indican nuestro género y nuestra posición social, y también muestran de dónde somos y qué hacemos. Esto ha sido así desde que los miembros de una sociedad necesitaban reconocerse como iguales entre sí, y a la vez diferenciarse de otros. Aún hoy, los miembros de la iglesia y la milicia muestran su pertenencia a estas instituciones y su jerarquía a través de signos exteriores como la vestimenta.
En todas las sociedades antiguas, las élites han usado maneras de distinguirse. En el antiguo Perú, los líderes se vestían y adornaban con indumentarias exclusivas y propias de su rango. Ellos dirigían las principales ceremonias, y por eso sus vestidos y ornamentos no sólo indicaban la función que debían realizar, sino que estaban cargadas de códigos religiosos, y emblemas de poder y prestigio. Su posición social e identidad estaba expuesta en su vestido, en sus coronas y en sus múltiples adornos.
Al morir, se llevaban al más allá objetos que expresaban su manera de ver el mundo o cosmovisión. Eran enterrados con sus indumentarias rituales, que los habían identificado en vida, y les habían permitido ser reconocidos como descendientes de los dioses. Su identidad trascendía la vida terrena, y los acompañaba en el otro mundo. Tras la muerte, los gobernantes se transformarían en ancestros que compartirían un sitio en el mundo de arriba con los dioses.
Los orfebres, tejedoras, ceramistas y otros artesanos especializados dedicaban su habilidad y destreza, así como una gran cantidad de tiempo y energía, a vestir y adornar a sus señores, tanto para la vida como para la muerte. De ellos dependía en gran medida que el viaje de sus señores al otro mundo fuera exitoso, razón por la cual vivían el proceso de manufactura de estos objetos altamente simbólicos con devoción y misticismo.